11/8/10

UN SOUVENIR TROUVÉ

Y el perfumillo volvió a presentarse intensamente como cuando estábamos juntos, ya sea en ese galeón de objetos sin objeto (muchos) del salón de Santiago, o como cuando fumábamos en el balcón del Centro y la mayoría estaba descalzado porque yo obligaba a que se quitaran los zapatos. O como cuando echábamos algunas cervecillas en el Casis (mítico bar frente a la Católica, pero nos botaban temprano… lo mismo pasaba en Platón, bar no tan mítico en BsAs). O como cuando nos sentábamos en la cocina de Juan Pablo para escuchar a Cerrati & Co. durante horas con una botella de whisky, o las reuniones en las pausas del jardín de la Católica donde todo comentario era un chiste, y donde todo chiste era un peldaño más que llevaba indefectiblemente al abucheo general (bueno siempre había uno que no) del payasito, entiéndase Juan Pablo. En fin, Santiago trajo la última brisa de ese perfume.