7/7/09

La llevaba dentro. No hay traje, ni lentejuelas, ni luz, ni sonrisas que valgan para engañarla. Los encuentra donde se escondan —a los suyos—; se divierte haciéndolos cantar simplemente, en espera de su turno. Eso la despierta, la mece, la excita, a la Miseria.
El amor es ella, la Miseria, y nada más que ella; ella siempre, que viene a mentir en nuestra boca, mierda pura, y se acabó. Está en todas partes, la muy puta, no hay que despertarla, la miseria propia, ni en broma. No entiende las bromas. ¡Ja!

4/7/09

Me parece haber llegado al momento, a la edad talvez, en que se sabe perfectamente lo que se pierde cada hora que pasa. Sin embargo, no se ha adquirido la sabiduría necesaria para pararse en seco en el camino del tiempo; si se detuviera uno, no se sabría qué hacer tampoco, sin esa locura por avanzar que embarga y que se admira durante toda la juventud.

Ecuaciones de igualdad

La otra semana miré en la página de Javier Cevallos su frase, festajada por algunos, acerca de la muerte de un cantante famoso: "Por fin se acabaron los 80" o algo similar. Más allá de que haya muerto Jacko, también murió Farrah Facett bajo el eclipse (el mismo día) del raro aquel. Solamente sé de uno que estaría dolidísimo de la desaparición, se llama Eduardo Erazo y era su émulo y fiel seguidor, eso no importa.
Lo que quería puntualizar es que, antes de tan terrible coincidencia, se producía un accidente aviatorio y luego continuaban algunos más como una cadena. Y siguen por supuesto. Lo de Air France sobre el Atlántico y el último en Asia me parece; así también los locales que no suenan mucho a nivel internacional, salvo que se cargue a un presidente o estrella del pop.
Y ahora, una nueva cadena, se mueren escritores de semana en semana y sin mediar y sin saber cómo, nos dejan clavados en este espacio. Me refiero a Mario Benedetti (URU) y a Jorge Enrique Adoum (ECU). Ninguno de los dos ha formado parte de mi itinerario literario, pero por lo menos el ecuatoriano ha expuesto cierto criterio interesante sobre este país; además queda grato recuerdo poético musical titulado Vasija de barro. Del otro, y sin desmerecerlo, recuerdo solamente una cubierta de un libro nuevo y caro, para ese entonces y para ese medio, que blandía una chiquilla aprendiz en el jardín de la PUCE. Nada más.
PS: Javier tiene razón: por fin se fue esa sombra de mal gusto y patetismo que fueron los '80.