16/9/08

SATZ

Diese angeborene Unart, immer an Orten zu sein, wo ich nicht lebe, oder in einer Zeit, die vergangen oder noch nicht gekommen ist. Deshalb, ist es besser neue Fehler zu machen als die alten bis zur allgemeinen Bewusstlosigkeit zu konstituieren.

LA FRUSTRACIÓN

Te quiero junto a mí en cada segundo; si no es físicamente, será en mi cabeza, en mi corazón, en mis manos, en mi memoria, en todo lo que me rodea y tiene las huellas de tu presencia; en cada palabra escrita por mí, en cada rasgo de ellas aunque ya no signifiquen lo que quiero, aunque se queden áridas y mudas cuando tus ojos las recorren.

XIX



También ha habido momentos alegres e interesantes, no lo niego. La Innombrable aprieta pero no ahoga; lugares que yo no había conocido y por donde he caminado, conociendo y reconociendo; el calor de los que recuerdo y el hacerme sentir como si no hubiese pasado más que un finde entre la última vez que nos vimos. Pero uno pierde; el que se ausenta no sabe los códigos nuevos, le sorprende las cosas que se sueltan en la charla y que se asumen ya viejas, y la explicación se entorpece por las repreguntas y las aclaraciones. Aquel que se ha quedado también carece de algo; pregunta y el interpelado se esmera por aclarar las situaciones en “un dos por tres”, pero falla porque no puede transmitir la vivencia tal como fue, así no vale. No puede hacer que se sienta el calor ni el brillo del sol que sofoca con humedad galopante, ni el frío no calará como en julio, ni el sabor de la carne y el aroma de la parrilla de barrio no incita como al que estuvo allá, no sentirá el vértigo de la borrachera a las 7 am y la espera del bus, no se extasiará por el jale de perica o el arrollador golpe de la enésima copa; en fin, no recordará lo que el mismo relator no puede recordar; solamente se apoya en la mesa con veinte centavos en la mano, sacude la cabeza, piensa o trata al menos, se rinde y se dice a sí mismo: “lla fue, vihte...”, ahora, ahora, estás en casa.

AT THE BEGINNING



Casiraghi mira de vez en cuando sus libretas. Recuerda y propone hipótesis. Ya no es policía, se cansó de ser “uno más”; ahora trabaja para una corporación, una multinacional como se dice. No es jefe de seguridad más, eso lo dejó para los más burdos; él maneja otros negocios, importantes, específicos. Se vendió, lo compraron, o se alquila; quién sabe.

CATCH THE NEXT



Epi-Gráfico en Plano
(espacio / tiempo) liso.

Sin perder el ritmo —deja que la cinética mueva esos vectores que se originan desde sus talones y que llegan, multiplicados, al hombro y bajan por el brazo— las fuerzas vectoriales hacen que el índice de B presione el gatillo un instante después de sobrepasar a C aún en el suelo. Mantuvo el brazo rígido por menos de un segundo al tiempo que ladeó un poco la cabeza —sabía de memoria aquella maniobra— y un cuarto relámpago le reventó la cabeza a C.

XVIII



Las celebraciones empezaron a “verdear” ya desde la mañana misma de aquel lunes, y no se detuvo hasta bien entrada la noche ventosa pero clarísima de NYC. Como lo habíamos leído en algún seminarillo Miriamchesco, las hordas pseudo dioni-patricescas (no patricias porque la mayoría de sus adoradores/as son parte del conglomerado medio y bajo) pululaban dando bandazos por las calles de los distritos diferentes (pienso que así fue, aunque no podría dar cuenta de otros distritos y mi experiencia y observación se remiten al Upper East Side solamente) y al unísono proferían casi aullidos que posiblemente eran arengas en otros dialectos, algo parecido, si se me permite tal osadía, al gaélico, pero no lo puedo asegurar.
Como decía mi relación, deambulaban los seguidores de este Patricio, pintarrajeados, decorados y ataviados de vivos colores, entre ellos el verde y sus combinaciones parecían ser su favorito, por doquier, y cuando una puerta de bar se abría, pues a ella se abalanzaban los mismos/as y empezaban a consumir gran cantidad de cervezas, sea cualquiera que les llegase más rápidamente a las manos como garfios, ya sin distinguir si eran pales, ales, negras, Guiness o la bastarda Bud y la reconocida Heineken.

SPUREN



¿Qué se hicieron mis gritos
al morder el muro?
¿Qué mis luces perdidas?
—tatuajes de la noche verde
en la tiniebla que galopa—
Cohetes ebrios de mil años.
¿En dónde estoy que ya no estoy en mí mismo?
Tatuaje
, Gonzalo Escudero


Estábamos en el hotel, teníamos el plan bastante avanzado; de un momento a otro, salió, luego llamó, me esperaba en un bar. Bebimos una botella de Daniels, yo había metido unos Martinis y tres cervezas entre vaso y vaso. Estábamos ebrios. Cuando salimos me preguntó si tenía alguna seña particular, le dije que no. Caminamos algunas calles; se plantó como un árbol, movido por un fuerte viento, y entre que sentenció y preguntó:
—¿Y cuando te revienten la cara de un balazo, cómo demonios podré reconocerte?—
—No sé —.
—¿Placas dentales, DNA?—
—Eso se ve solo en la TV... hazte un tatuaje—.
—¿Cuál?—
—Algo que te agrade. Vamos, conozco un lugar limpio—.

XVII

Algunos fueron extremadamente estúpidos (como el de Pepsi y el tipo que se retira a las montañas de Alaska para encontrar el lugar perfecto donde disfrutar de su bebida; resultado: luego de “trastornarse” la soda, la lata se le queda pegada al labio —ver ejemplos de eso en algún capítulo de The Simpsons o rewind la cinta de la niñez—; alguna vez nos pasó eso, pero nosotros no tuvimos que ir al doctor por aquella nimiedad. En cambio, yo recuerdo que tuve que ir al hojalatero, alcohólico y solterón, que rentaba un local en la gran casa de mi abuela que estaba frente al Colegio Mejía, cuando me metí a fuerza una rodela en el dedo creyendo haber encontrado un anillo (por suerte en ese tiempo no había ni Señor de los Anillos ni Gandalf, ni los delfos, ni nada). Cuando empecé a despellejarme y el ardor del lava-vajillas fue insoportable, le dije a mi Abue lo qué pasaba y fuimos al taller. No recuerdo muy bien sus rasgos pero el tufillo lo tengo presente cada vez que tengo la oportunidad de estar junto a alguien como él… al hojalatero me refiero.

DE LUXEMBURGO A COPENHAGUE




Me levantaba temprano y acomodaba las cosas tiradas —juguetes especialmente— y limpiaba y me desayunaba para ir a la universidad a mis clases de Danés. Luego caminaba por la ciudad y más tarde daba mis lecciones de Español. Finalmente iba al barcito —se llamaba Sommer Sko— aunque tuviera o no que trabajar. Había hecho buenas migas con los otros baristas y siempre estuvo mi vaso lleno de lo que fuese, siempre, siempre durante ese año de transición que fue aquel de la Escandinavia. El caos me mataba los fines de semana ya que yo no paraba de arreglar los juguetes y libros de colorear regados por el living, mientras que en otra zona había empezado la anarquía del pequeño monstruo. Terminaba rindiéndome —o fracasado e inútil, da igual— y jugábamos a lo que fuese, nos reíamos, le hablaba en inglés o español, me contestaba en danés. Con él aprendí más que en los cursitos de la universidad.

XVI




Para mí fue verdaderamente un momento muy emotivo aquel del ya famoso, y hasta ese momento misterioso Día del Pavo. No toda la Academia sabe qué es o qué se celebra en ese día. Lo dejaremos así; sin embargo, debo decir que es una reunión de amigos donde recordamos quizás las mismas anécdotas que nos llevaron, de una u otra manera, a ser amigos. Y son situaciones que las recordamos pero el simple hecho de estar reunidos y referirnos a aquellas hacen que ese tiempo sea único y así, la amistad se concentra como un perfume que nos acompaña en la nariz por días, luego va decayendo hasta que se vuelve a encontrar con alguno de ellos y la presencia de esa fragancia se hace presente una vez más.
Parecería un poco kitsch lo anterior pero no; me explico. Cuando ya había regresado a BsAs a finales de agosto, me quedaba, me picaba ese perfumillo y no hacía otra cosa más que comentar a Andrea lo sucedido en la Ciudad por aquellos días de separación obligada. Poco después, llegó Santiago a BsAs para un congreso gastronómico al cual fui adherido. Y el perfumillo volvió a presentarse inténsamente como cuando estábamos juntos, ya sea en ese galeón de objetos sin objeto (muchos) del salón de Santiago, o como cuando fumábamos en el balcón del Centro y la mayoría estaba descalzado porque yo obligaba a que se quitaran los zapatos, o como cuando echábamos algunas cervecillas en el Casis (mítico bar frente a la Católica, pero nos botaban temprano… lo mismo pasaba en Platón, bar no tan mítico en BsAs), o como cuando nos sentábamos en la cocina de Juan Pablo para escuchar a Cerati & Co. durante horas con una botella de whisky, o las reuniones en las pausas del jardín de la Católica donde todo comentario era un chiste, y donde todo chiste era un peldaño más que llevaba indefectiblemente al abucheo general (bueno siempre había uno que no) del payasito, entiéndase Juan Pablo. En fin, Santiago trajo la última brisa de ese perfume.

UNA DE SCI-FIC

Era un viejo y maltrecho proyector, negro, abollado, cubierto de ese hollín térmico… tenía, y por qué no, todavía un film en el carrete… Se alegraron aquellos, esperaron a que fuese oscuro y proyectaron su descubrimiento sobre el fuselaje de la brillante y blanca nave—.
—Se sorprendieron de las imágenes que tenían ante sus ojos. Era una vieja película de...
—...de Mickey Mouse… Una película de Mickey, con el pato Donald, Goofy y el gato Carlo. Se sorprendieron de buena manera los extraños; abordaron la nave y comentaron: eran graciosos esos humanos, se veían graciosos y hablaban también, graciosamente. Minutos después, alguno diría: «pienso que hubiera sido en vano darles nuestras píldoras contra la tristeza…»—.
Lo escuché hasta el final; estaba aterido por el frío y no quise, no pude moverme hasta que lo vi perderse entre las ruinas. Me martillaban las últimas palabras. En mi refugio me dije —y traté de gritarlo, no pude— me dije entonces tan bajo como para solamente escucharlo yo: «en un día determinado en el año de 1928, permanecían ante sus obligaciones, a la izquierda la Luna, y a la derecha el Sol en el firmamento vasto, frente a frente. Se miraron y en ese momento, único y aterrador, olvidaron su quehacer durante partículas de segundo. Las consecuencias han sido terribles. Pido, con mis últimas fuerzas, ruego que esa día sea maldito para siempre…».

XV

Sé que ha pasado mucho tiempo desde el último número; siempre hay excusas y la mía en este momento es informar que el fin de año (perdón), el fin de siglo pasado ha resultado ser bastante movido y, por tanto, ha dado muchos giros y vueltas que han llevado a Su Servidor, a cambiar el caballo por una casa más decente, y mi cuchillo por una manta que cubra a dos por lo menos, aunque hasta el día de hoy no haya podido comerciar una cama de acero o un juego de sábanas de Holanda.

EN LA CIUDAD DE PLÁSTICO

Dos días antes de salir para Valencia, me preguntó si quería visitar su casa, acepté. Llegamos después de un viaje de una hora aproximadamente con el autobús que recorría las afueras de Murcia. Lo que vi cuando bajamos me dejó sin palabras; además, yo no hablo mucho. Llegamos a una ciudad de plástico; aquí y allá se levantaban construcciones —si se puede nominarlas de esa manera— de colores, amarillas, negras, azules, verdes. Plástico, metal en las más adosadas, madera, y un sinfín de materiales reciclables. Pensé qué tan bueno era eso de reciclable. Niños y mujeres andaban por ahí, no se veía basura —más de la que veía constituida en hogares— pero sí en cada entrada, que era franqueada por un cartón la mayoría de las veces, sartas de botellas PET de todas las marcas y de todos los tamaños.

CRÈME DOUBLÉ

Quand Saint Paul dit: «je meurs
chaque jour», ce n’est pas une
image pathétique. Nous ne cessons
de naître et de mourir. C’est pourquoi
le problème du temps nous touche plus
que les autres problèmes métaphysiques
car les autres problèmes sont abstraits. Le
problème du temps est notre problème.
Jorge Luis Borges
Cuando nos íbamos, el viejo nos llamó la atención, regresamos y de buenas a primeras empezó a contarnos: “Gruyères fue fundado en el 1200 por la familia del mismo nombre, nobles y ricos. Poco después comenzó la construcción de la casa condal que tomó casi un siglo. Siete años antes de aliarse con Berna y Friburgo, sucedió lo más extraño. En el año de 1548, el Conde y su familia decidieron cerrar las vías y caminos aledaños que conducían a Gruyères; la propia gente de allí inició el reforzamiento de la muralla y bajo estrictas órdenes, ya nadie pudo entrar al pueblo, ni tampoco salir”.
Dicen que al final quedaron el Conde, el enterrador y su ayudante, pero nadie puede estar seguro. El ayudante era joven y quiso escapar; el Conde lo atravesó con su espada, el sepulturero cavó la antepenúltima tumba. Era cuestión de tiempo nada más. Al día siguiente, el Conde buscó al otro habitante y le dijo que debía cavar una tumba más. El sepulturero se aterrorizó, pensó que correría la misma suerte del ayudante y trató de huir; no pudo. Bajo la espada del Conde, el otro cavó la tumba; entonces le dijo el Conde: “Esta es para mí, en esa esquina has lo mismo para tu cuerpo; no lo olvides, te estoy vigilando” Cavó. Sudaba, temblaba, sabía que lo mataría. En realidad, la condena había sido dictada hace mucho, solamente era cuestión de tiempo. Cuando completó el trabajo, no miró al Conde por ningún lado, pero lo escuchó. Se había echado en la fosa y cuando vio al sepulturero sobre él, le dijo que echara la tierra. El pobre rogó, imploró, maldijo, todo en vano. Sepultó vivo a su Señor en el año de 1553.
Esta última visita a Gruyères sí pude entrar. Deambulé por las callecitas flanqueadas por coquetas y antiguas casas, visité algunos negocios, me di una vuelta por el cementerio histórico y finalmente me dirigí al castillo. Pasé el arco y entré a la antigua y restaurada construcción donde existe un museo con una muestra bastante interesante de pinturas. Al salir, me quedé estupefacto: miré junto al arco de la entrada, por suerte clausurado, el Museo de Gigger; “próxima reapertura” decía el cartelito que colgaba de los andamios. Sin embargo, al frente había un café temático adornado hasta el último detalle con objetos à la Gigger. No parecía tan repugnante como el monstruo, entré y compré una postal que la envié a mi ex copiloto, aquel de Berlín. Al salir me dio un vuelco el corazón: el maldito monstruo reptaba por la pared del museo que estaban restaurando o pintando, un segundo fue suficiente y supe que otra vez sucedería algo “tan extraño como lo que pasó casi quinientos años antes”.

XIV

Sale un tal Cristóbal Colón de Puerto de Palos, España (en realidad se llamaba Cristoforo Colombo y era mercader en busca de guita y buenas conexiones para importar artículos suntuarios desde las Indias; es decir, hacer buena pasta y pasarla de lujo) buscando una ruta comercial más corta que uniera Asia y Europa. El becado italiano por una organización gubernamental española (posiblemente era una ONG o tenía una beca Erasmus) llega a las islas del Caribe y descubre un mundo, el cual, no le guarda ningún recuerdo ya que se dejó afanar los derechos de autor de sus investigaciones por otro colega itálico, apodado el Tano Vespuccio. Publicó aquel su tesis la cual lo ha hecho casi inmortal. Luego vendrían los demás parceros de los dos primeros, vendrían más y de otros lugares. Obviando los tomos numerosos de muchos historiadores, pregunto: ¿es suficiente la llegada de algunillos, llamados latinos por esa correspondencia de Lazio–latino–Latinidad –Mare Nostrum–Latinoamérica, para sentirnos parte de ese legado cultural, genético, histórico? No lo sé.

EL ENEMIGO AL FRENTE

Con esa hoja —de filo acero—– que arma tu brazo
has traspasado mis murallas.
Con la espada refulgente de un Arcángel,
entras en mi citadella y la destruyes.

Con la fortaleza del metal
quieres penetrar mis almenas;
con un movimiento final,
tratarás de hundir hasta el puño, la hoja en mi coraza.

XIII




OTOÑO
Y desde el lunes 19 de febrero sonrío y sonrío al escuchar una canción (un temita como diría Sebastián Salgado) de Joaquín Sabina que habla de quién le gustaría ser, o a quién le gustaría encarnar. Hay muchas posibilidades pero él se queda con el pirata... cojo con pata de palo, con parche en el ojo. Y bueno, cojo no estoy ni tampoco soy, así que solo es posible la segunda opción. La historia tiene ya sus años, pero no voy a cansaros por supuesto, lo único que diré a mi favor es que tengo esta semana libre ya que el mundo se me ha partido en dos o será que solamente deseo ver lo bueno (o lo malo?) de esta pinche vida o alguien me robó mi media... mitad mía y solo mía!!, o como última posibilidad podría ser que me operaron, pero eso no lo creo, o por lo menos no estoy seguro de haber pasado por el quirófano.

Odin ging wieder zum Brunnen bei der Weltenesche,
den Mimir nicht mehr hütete, aber der noch seinen Namen trug.
Diesmal war Odin ein Auge als Pfand nicht zu teuer,
und er legte es für einen Trunk höchster Weisheit in die Quelle.
Germanische Göttersagen.
Odín fue de vuelta al pozo junto al fresno que une los mundos
que Mimir ya no cuidaba más pero que todavía lleva su nombre.
Esta vez, uno de los ojos de Odín fue el pago – cosa que no le
pareció muy cara - a cambio de un trago de máxima
sabiduría de la fuente.
Saga de los dioses germánicos.

XII

VERANO
La cereza en la copa Dinamarca, la hojita de menta que decora un postre excelente, los dos cubos de hielo en mi whisky, el agua tónica con gin o vodka, el cigarro y la copa de cognac... para los chicos grandes... como yo, el beso antes de que ella parta en el taxi a casa, el último “te quiero y te extraño” antes de que corten la conferencia, etc. es el señor Luis Cernuda, español joder!! Un poeta de los pocos que me han impactado; ya saben, no le entro mucho a la poesía pero él... Como le dije a la profesora María del Carmen Purrúa antes de terminar el seminario, y en espacio muy privado me acerqué: “solo por ese verso de Cernuda, valió la pena el seminario y las dos semanas extras de clases: Tu mano abrió de un tiro, roja y vasta, la muerte...”. Si era más vieja, María del Carmen, se me muere o colapsa de la impresión, no sé con qué ímpetu, pero a media voz por supuesto, se lo dije.

GESCHMACKSSINN




Jetzt lässt du die Tasse auf der Fläche liegen, fühlst deine Lippen, die Zunge... Du tauchst deinen Finger in den Kaffee, du probierst den Kaffee auf diese Art und wieder schmeckt er dir nicht. ¡Sein Geschmack ist weg! Weg sind sauer, exotisch, aromatisch, heiß, stark, schwarz.
Man muss nicht mehr weiter nachdenken:
—Ab jetzt (das hast du gerade festgestellt) soll er mir eine neue Welt zeigen... durch ihn werde ich einen neuen Geschmackssinn bekommen—.

THE TYGER

Songs of Experience
When the stars threw down their spears,
and watered heaven with their tears,
did he smile his work to see?
did he who made the Lamb make thee?

Tyger! Tyger! burning bright
in the forests of the night
what immortal hand or eye
dare frame thy fearful symmetry?

William Blake, 1794.

UNA PAROLA

Io non so parlare d’amore
l’emozione non ha voce
e mi manca un poi respiro
Adriano Celentano
Si se prendiamo il senso delle prime costruzioni, è certo; perché questo scritto è un discorso —un po’ filosofico, un po’ retorico— che forma una struttura chiara e diretta sul senso della “parola”; ma allo stesso tempo non sto dicendo niente, io solo prendo le parole, una dopo l’altra. ¿Che cosa voglio fare con quest’operazione… forse niente? Chi lo sa.
Forse, puo’ la tua mano sentire quel cuore che batte come un tamburo di guerra? non lo so. La tua pelle puo’ sentire l’allegria o la tristezza, quando la pioggia bagna il tuo viso? non lo so. Puo’ la tua bocca consegnare tutta la rabbia e dopo la ternessa? non lo so.

UNA FRASE A MEDIANOCHE

El caminante posee un sentido más fino que la vista para sentir sobre la piel gastada de sus manos la calidez de tu rostro, el perfume de tus cabellos, la pasión de tu boca, la frescura de tu sonrisa, la redondez de tus senos, el poder de tu cadera, la humedad de tu centro, la tensión de tus piernas, la fragilidad de tus pies. Así, con las manos te ve él, con las manos estiradas y vacías se queda cuando te alejas en la noche. Ya no hay consuelo porque con las cuencas vacías no puede seguirte...

XI




PRIMAVERA
Una suiza me preguntaba el otro día “dónde te gustaría estar en este momento... o el lugar ideal donde te agradaría pasar algún tiempo...” Le respondí inmediatamente: Islandia... Reykiavik... Después lo pensé, no lo “pensé mejor”, solamente lo pensé, y creo que lo sentí: “... la luna de Praga... Praga... si tuviera que elegir sólo una, sería siempre Praga... siempre Praga...”

X




INVIERNO
Una pausa antes de continuar; deseo agradecer a todas las personas que me felicitaron por el cumpleaños; especialmente a aquéllas que fueron un “pasito más allá”; me refiero a Pablo y Santiago que le pusieron un plus a la gracia de llamarme al celular: cantaron a dúo el happybirthday totalmente desafinado y fuera de tiempo. Y también a Juan Pablo y Paúl que me acolitaron con la mudanza, cada uno a su tiempo y a mi voluntad; mejor dicho, a la voluntad de dioses actuales, en este caso: Dinero y Conductor (transporte de mudanzas), no de pura estirpe griega —sin embargo creo que están emparentados, vagamente pero al fin, con Zeus y Mercurio— pero sí muy, muy occidentales.
Entonces, el invierno trajo algunas sorpresillas, las más, agradables, y otras, por así decirlo, fueron mejor que así fueran y punto. A saber: la graduación, por puntos y no por K.O. que inflingió Javier Cevallos a su antiguo y acérrimo adversario: la carrera universitaria que al final de los días se vio acompañada en su esquina por el Ala Negra, nome di battaglia, de los Opus (gracioso: el corrector de XP me da como una de las opciones “pus”, ¡qué mejor adjetivo para aquéllos!).
La agradable visita por la city porteña de un amigo: Paúl, que vino cargado de una mochila —fueron en realidad una mochila y una maleta que se la hice arrastrar por 7 u 8 calles desde Estación Retiro hasta su departamentito— llena de experiencias, de dolor positivo, de proyectos futuros, de puntos de vista mejorados y nuevos, en fin, de madurez, a la que yo cargué además de una botella de vino para que la disfrutase con sus progenitores allá en la ciudad innombrable.

IX




OTOÑO
Antes de empezar, deseo expresar mi agradecimiento a un miembro de esta cofradía, Paúl; gracias por la carta que la he recibido hoy, 29 de marzo; me parece un poco triste, con saudade como dirían los brasileiros, aunque retrata muy bien a aquellos personajes sobre los cuales escribe, incluido tu humilde persona, claro que, ficcionada.
La mayoría de vosotros, imagino, habéis visto aquella película asiática que lleva por título el nombre de las cuatro estaciones y uno más. Así, este informe tiene el mismo título pero con un orden diferente, que será entregado con una puntualidad estacional nunca antes vista; sin importar que en otoño hayan 28 grados, que en invierno no llueva y el termómetro no baje de los 13, que en primavera ya ni siquiera los animales se apareen y peor los humanos, que en verano no me encuentre aquí ya que huiré en el tiempo estival, como el más sensato de los habitantes de la urbe, hacia el terruño, hacia el hogar, hacia esa Alemania indolente que tampoco esta vez me abrirá los brazos, al igual que nunca lo ha hecho; talvez será porque yo nunca se lo he permitido.

VIII

Como no tenía un centavo de euro para pagar el servicio de televisión o un librito que leer, no me quedaba más que esperar la noche cuando venía, medio a rescatarme medio a hundirme, la ya famosa Tanja con sus historias, las cuales tenían el perfecto papel de tratamiento porque: 1) debía concentrarme primero en su voz y el efecto de grifo abierto (así salían sus palabras; no como melodiosas cataratas en un paraje paradisíaco, ni tampoco como un tortuoso goteo insoportable en el lavabo del baño; sino más bien como un constante sonido —ruido no era tampoco— de un grifo abierto) para así olvidar el dolor del brazo especialmente y la súper incomodidad del aparataje que tenía que llevar y como éste —el brazo claro— ya con todo el equipo y la inmovilidad que tenía era coronado por ese pinche conector (parecido a esos antiguos aparatitos donde se podía enchufar más de dos cosas a la vez, o como los “corta-picos” actuales, pero más actuales son los conectores de USB) que servía de fuente inagotable, no tanto claro, de sangre para exámenes y pruebitas pendejas, o para entrada de medicinas en estado líquido, o infusiones —léase sueros— o para que mismo no mueva el brazo y los tendones en mal funcionamiento no se muevan y se relajen o qué sé yo. En fin, venía la chica a contar las historias del colegio o de los amigos o de las fiestas...sí, entonces el efecto era el de eliminar con su voz el malestar, y para eliminar el efecto del grifo, pues pensaba en muchas cosas que quería hacer o debía hacer luego de salir del hospital. Sin embargo, casi no vinieron esos recuerdos en formas de nubes gordas y negras y bien cargadas que amenazan tormenta porque además de la medicina y el tratamiento “Tanja”, pues estoy tomando desde hace un buen rato la droga que vende el dealer de Tokio ya no nos quiere y creo que eso ha sido muy recomendable en casos extremos; pues a veces, me olvido de que existís vosotros y no sé que hacer cuando leo algunos mails bastante raros de personas que dicen querer saber cómo va la cosa conmigo o similares, pero les respondo de la manera más amable, quién sabe, talvez sí son amigos pero si no son, y solamente desean espiar como va mi vida y qué hago...

VII

*Flash informativo - Flash informativo- Flash informativo - Flash informativo - Flash informa*


“Si estando en la carretera oyes un beep beep,
ten la seguridad que NO se trata de míp,
y si el fiero coyote (no coyote si no carretera congelada) te quiere comer,
pues no le des chance güey…”

 Así es, no le des chance a que te coman los demás o el mismo destino. A lo que viene tan insolente introducción al informe es por lo que viví, y casi no, en la última semana: Al salir para el trabajo de madrugada, noté cierto capa de agua congelada sobre la calle que me dije que debería tener cuidado al conducir hasta la famosa fábrica; quién sabe si tan temprano ya los buenos elementos del cuidado de carreteras, esparcieron las piedritas para no derrapar que se acostumbra a echar en los meses invernales por estas tierras norteñas, o por lo menos la famosa sal en grano para derretir la nieve o el agua congelada. Que tanto daño causa a los coches por lo de la corrosión y otras cosas.
Pues no. Definitivamente no echaron nada porque, como me enteré más tarde, les cogió de sorpresa y tan solo a las 8 de la mañana empezaron con el arduo trabajito en Ulm y alrededores – incluida las carreteras – pero ya el número de golpeados, caídos en combate, magullados, choques de un auto contra otro, viejas con brazos rotos, etc. había aumentado gravemente hasta aquella hora de aquella bendita mañana.
 
“Pon segunda en esta curva porque ya el coche patinó en la anterior y bájale a la velocidad por si acaso... Aquí parece que está bien, dale nomás, como si tienes llantas de invierno no pasa es nada ... Pero si voy muy lento voy a atrasarme, mejor piso el acelerador y pongo la radio para sentirme bien chévere ... no mejor el CD nuevo de Mad ... ?? ...!!! *&$#??’¿ ...”= Black out total. (lo siento no encontré los símbolos de sapitos y culebras).
 
Dicen algunos esotéricos que cuando ya estás cerca de la muerte, miras la luz al final del túnel, sientes una calidez que te envuelve todito, una paz y una tranquilidad tan inmensas, etc. todo eso, chicos, es pura mentira, clarito: pura mentira. Y otros que dicen que si la vida pasa como una película (en mi caso sería más bien un largo, largometraje de docu-ficción; no por los años tengo – como algunos piensan – sino por las muchísimas experiencias que he vivido, buenas malas intensas dolorosas extrañas; y al fin y al cabo: “... la vida es sueño / y los sueños, sueños son”. Lo que sí aseguro es que algo así como 21 gramos (si no comprenden esto pues les recomiendo mirar la película del mismo título; muy buena) salen de tu cuerpo, todo se vuelve silencio, ya ni se escucha a Madonna cantando Hung up, y te ves desde el exterior como en cámara lenta – slow(ly) motion para los entendidos – y todo adquiere un cierto matiz de sueño y realidad.
Traté de controlar el coche, casi lo logré, pero lo fatal fue la frenada primera (como comprenderán, mi viejo y querido Opel Astra no tiene Sistema ABS – si no saben que es esto, pregunten a los novios con coche o en su defecto a las novias con coche o si mismo no, pregunten a un distribuidor autorizado, giles) y todo empezó como en la montaña rusa pero de lado a lado y no de arriba hacia abajo; los 150 km/h que llevaba fueron fatales (dicen los técnicos que tan solo se necesita 50km/h para matarse en un choque frontal) pero también pura adrenalina, de lado a lado, luego giros totales y para finalizar la presentación 2 vueltitas de “Belén, campanas de Belén, que los ángeles tocan, qué nuevas me traéis ...”. de verdad que el Astra no tenía ruedas sino patines de cuchilla. Y lo mejor fue que a nadie le pasó nada, por suerte nadie iba por la autopista en ese momento; pienso que lo más estúpido es morirse en accidente de tránsito y peor si uno no tiene la culpa y viene un infeliz que te choca o que quiere suicidarse y al final el muerto es otro y no aquel cabrón.
Ya a un lado de la carretera, y con los pies, patines y llantas bien firmes sobre la tierra, por suerte. Empecé a reírme de lo mejor y con muchas ganas –ese fue mi post shock– y luego quería marcar el 911, jajá, para llamar a ADAC que es lo compañía que se encarga en estos casos de recoger los restos del  coche y que por suerte estoy asegurado con ellos. Como no funcionó el 911 llamé al servicio de mi compañía de teléfono (Vodafone) para que me comunicaran; me conectaron con ADAC y luego con la policía y la cruz roja. Un tiempo más tarde, “vi las luces que a lo lejos van marcando mi camino” o por lo menos que marcaron el tremendo derrape. Llegaron juntitos los miserables y las preguntas de siempre que me evitaron los buenos paramédicos y me embarcaron en la ambulancia (hacía años, desde Yugoslavia, que no me subía a uno esos y peor en estado horizontal iluminado con linternita y cablecitos en mi pechito y toda la vaina esa que se ven en las series de TV.
Ya en el hospital me pidieron los datos, la tarjeta del seguro médico, me llevaron a un consultorio de emergencias y ahí esperé hasta que el bueno del doctor venga, me revise y de la orden para las tomografías, ni siquiera solo radiografías, y dos veces entré en esa mañana gris en esa como cápsula criogénica para “un chequeo exhaustivo” del paciente número ??????-? y me condujeron finalmente a una habitación con 3 camitas calentitas, me acosté, me cubrieron, me taladraron el dorso de la mano con esa maldita aguja para colocar 2 ó más sondas a la vez y me dieron 2 pastillitas tranquilizantes y dormí hasta la madrugada; por supuesto que llamé antes de despedirme del mundo y sus horrores mercantiles de estas fechas tan cristianas al trabajo para decir que estaba en el hospital y que no me esperen hasta nueva orden médica.
Y parece que no es todavía época de fuertes accidentes ya que estaba en la sala de cuidados intensivos pero en el ala de observación (tan solo 2 corredores me separaron de los que estarían en coma, enfermos terminales, etc.) y por suerte las 2 restantes camas permanecieron vacías hasta que salí de allí. Lo gracioso fue que había una chica recién graduada del colegio que hacía su año de servicio social civil (las mujeres no deben hacer el servicio militar pero si lo desean pueden hacerlo desde este año –es un voluntariado y no ganan más que 100 euros por mes para transporte, la alimentación les dan ahí mismo–; pero cuando están de servicio trabajan hasta 12 horas por día, 5 días a la semana; duro). Bueno, se llamaba o se llama Tanja (recuerden que la “j” en Tedesco suena como “y” en Spanish) y tenía justo esa semana el turno de la noche hasta el domingo; así que me acompañaba las más horas y hablaba sin parar hasta que yo le interrumpía. La primera pregunta fue si no quieres que llame a alguien para avisarle que estás aquí, a lo cual respondí que ya había llamado al trabajo por la mañana y que así estaba bien y no tenía apuro para que alguien me viniese a visitar. Pero insistió y me quiso prestar el celular, a lo cual iba a responder, en mi mejor performance, qué parte de “no tengo o no quiero llamar a nadie no entendiste? o quieres que te dibuje?” pero me contuve porque me dio la impresión que lo hacía por buena. Después me contaba desde cuando está en ese hospital, que las viejas enfermeras le aburren (y claro: de qué pueden hablar una jovencita con un grupo de viejas gruñonas que hacen su trabajo y solo quieren terminar su turno y salir a casa? Nada en común). Solo me llamó mi mejor estudiante que se llama Vito y un poco cabreado porque no llegué a clases ese viernes, le dije que no pude y me disculpe. Yo sé que él pasó muy malas experiencia en los hospitales; me contó que cuando él huyó con su padre de Polonia y llegaron a Alemania, tuvo que esperar 3 años para ver a su madre y hermano que se quedaron allá; con los meses, Vito se fue al internado para continuar su escuela y el papá se quedó en otra ciudad por el trabajo, conoció a otra mujer y vivían juntos. Cuando llegó la madre se encontró que la familia estaba dispersa, el marido tenía otra, y solo le quedó chupar y chupar porque ella odiaba a los alemanes por toda la historia de la segunda guerra y porque otra vez Alemania le robaba a sus seres queridos y se murió, ya alcohólica, en un hospital por épocas navideñas para joderla más; entonces comprendo porque Vito no tiene ningún contacto con su padre y hermano y odia la Navidad.
Y sigue Tanja: me hizo compañía y cuando murió, me refiero a la batería del celular, me dijo que lo iba a recargar pero le pedí que no, que así estaba bien, y me trajo un librote para leer donde un enemigo de nosotros, o sea de mis “nosotros” narra la historia de 2 ángeles que caen del cielo y no sé qué otras cosas porque no leí todo, y con esto y lo otro el “Tiempo perdido” que estoy, ahora sí, perdiendo no se deja leer y no creo que termine en este año, mierda. Bueno, bueno, no tengo nada, talvez les interesa saber o talvez no, da igual, sigo escribiendo los informes o quizás se generan automáticamente y periódicamente y yo ya no existo. Sí no tengo nada, nada de nada excepto golpecitos y morados por algunos lugares y un par magulladuras en la ceja y en el pómulo que ya sanarán sin mayor cuidado pero con paciencia.
Yo tenía otra idea para el Informe pero está también creo que es graciosa; finalmente un buen año para todos, cuídense mucho, no manejen muy rápido y pasen muy bien en las fiestas, por lo menos en Quito acaba una y empieza otra, y concreten sus proyectos para el futuro.
Un saludo y felicitación pública, primero a Paúl por su graduación, y al otro Negro por el lanzamiento del C que ya era hora y ojalá venda muchos ejemplares para que reúna dinero y le soborne a Julio Pazos y le deje graduar.
Gran final: para el próximo número viene un concurso con premio en metálico que será enviado por Western Union al ganador, alistarse y a ver si le entran, es un poco complicado pero con ayuda de la Internet todo se puede, casi todo.
Un beso, un abrazo,
Juan Carlos.


VI





 
 
 
 
 
 
 
3: Traje de corte moderno, elegante y material anti-arrugas para viajar; perfecto para ocasiones casuales y formales.
Aproveché uno de los feriados largos para ir a Suiza, para ver viejos recuerdos y para desecharlos definitivamente. Además, visité la tumba de Borges que está en Ginebra, y no con hielo!! purito nomás!! Está enterrado en el Cimetière de Plainpalais en la Rue des Rois (para aquellos incultos que ni siquiera han pasado junto a la Alliance Française en la Eloy Alfaro en Quito o leído a algún francés, diría Rimbaud, Proust, etc.): la calle es Calle de los Reyes. Está bonito el lugar con muchas tumbas viejas y de algunos conocidos o de ilustres desconocidos o también porque les tocó ahí y ya. Además de Borges, se puede encontrar a Calvino (reformador suizo como Lutero en Alemania), una hija muy pequeña de Dostoyevski, otro argentino llamado Alberto Ginastera, Jean Piaget, etc. También hay tumbas sin nombre pero que tienen el símbolo de los Francmasones; era por las razones que aquellas personas fueron perseguidas en su época por ser diferentes, talvez. Bueno, lo gracioso de la cosa es que llegué a Ginebra con la sola idea de ver la tumba de Borges pero sin ninguna idea de dónde estaba, dónde preguntar. Debido a la honestidad de los suizos, me acerqué el domingo, lluvioso, gris y frío, que llegué a la oficina de turismo que estaba cerrada pero afuera, en la puerta, encontré un mapa muy informativo de la cuidad, el cual me permitió llegar en primer lugar al Youth Hostelling (cuarto individual con baño, safe en al habitación; desayuno totalmente restringido: café, 2 panes!! y mermelada, 30 euros, caro pero decente y caliente). Más tarde, y al calor de un Renversé, que es lo mismo que un Caffé au lait pero que parece que a los suizos no les agrada parecerse a nadie y lo llaman así para diferenciarse de los franceses, encontré en el mapa algo parecido a un camposanto y eché pié hacia allá. Otra vez la gentileza, la oficina estaba cerrada pero había una guía del cementerio y la miré muy rápido, de pronto miré que en el número G 735 estaba, en verdad, sepultado JLB!! Me dirigí velozmente y encontré a una parejita sentada en una banca frente a la tumba. Así que me di unas vueltitas pero no se iban. Ni modo. Me acerqué y le di vueltas y la toqué y me robé una florecita, y no roquera!!, y me quedé en blanco por un momento largo y luego visité algunas más de las que se contaba algo en el catálogo. Cuando quise salir, miré al chico que se encaramaba al muro y trataba de ayudar a su novia o amiga a que hiciese lo mismo; creo que ella se avergonzó un poco por mi presencia y me fui a al puerta por donde entré para salir tranquilo pero también estaba cerrada. Tuve que hacer lo mismo que aquellos y ya en la calle llegó un coche de la policía muy despacito y paró en la puerta, quizás para controlar que todo estuviese en orden. En los 4 días suizos visité Basel (Basilea), Bern (Berna), Lausanne, Genevé (Ginebra) y Zurich. En la última no pude ir al cementerio donde están James Joyce y Elías Canetti por el tiempo; sin embargo, regresé al pueblillo donde estuve con Marcelo, un amigo, en casa de un tipo que ya se murió y se llamaba Martin. Todo estaba muy cambiado pero me recorrió una nostalgia un poco tonta de aquellos tiempos al ver esos lugares una vez más, y la última.

V

Una editio special de “el informe...” les envío aquí para que vean un poco cómo/dónde vivo. Si hay alguna duda pues ya saben el mail para rellenarles ese espacio hueco en algunas cabecitas; y con espacio hueco me refiero a que algunos padecen de lagunas mentales, a veces preguntan: “y ya tienes la ciudadanía alemana, estás viviendo donde antes o te cambiaste, dónde vives ahora, ya tienes trabajo, etc.”
Bueno, al grano ya:
Las fotos que les mando son del lugar donde estoy por el momento, o sea, desde mediados de marzo y creo que me quedaré aquí hasta finales de agosto porque quien arrienda este depar se va para Hamburgo porque consiguió trabajo allá. Pero aquí solo vivo en una habitación, aunque desde que partió la persona al norte de Alemania pues toy solito y tengo que apañarme con todo lo que se llama quehaceres domésticos, ya saben a lo que me refiero: limpiar, cocinar, lavar, secar, planchar, hacer la compra, cuidar al guagua, pasear al perrito y todo lo demás; las 2 últimas eran broma por si acaso!!!

IV

Algunos de vosotros sabéis que he hecho un viajecillo con licencia y permiso del jefe a Hamburgo; bueno, hasta aquí nada de raro; lo interesante fue qué pasó durante el viaje porque es preciso contar que el viaje no fue tan de vacaciones sino más bien el interés primario fue llevar un coche, bastante caro por cierto (Mercedes Benz SKL, deportivo que daba hasta 240 km por hora), y que su dueño no tenía ganas de manejarlo ni de emputarse en la autopista que lleva de Ulm hasta Hamburgo durante 7 horas (tiempo oficial a 130 km por hora) además que tiene como pagarse el servicio extra que hice y que para él, los 150 euros que me pagó, eran una bicoca. Bueno, yendo al tema literario, a no más de 70 kilómetros de Hamburgo y en una recta bastante pronunciada de la autopista y con el auto a 200 km/h, más o menos, tuve que pegar una frenadilla un poco brusca; Dios bendiga el sistema ABS de frenos de esas máquinas, y finalmente detenerme ante el último coche. Claro que no sería el último porque algo había sucedido; quién sabe a cuántos kilómetros de distancia antes de mí: un accidente, un tramo en construcción, un control policial, qué sé yo; en verdad nunca lo supe ni lo sabré por qué tuve que detenerme (he ahí lo cortaciano)...
[...] el aburrimiento me envuelve, no tanto claro como la manta que envuelve a la chica del CITRÖEN [...]; el hermano menor de mi SKL que tenía delante se ha bajado por primera vez desde la retención y deambula de aquí para allá con un cigarrito, lo cual me contagia y salgo yo también para echar uno. Delante del pequeño MERCEDES se mueven inquietamente los respectivos amos de un AUDI gris y de un BMW negro que conversan entre sí y echan miradas furtivas hacia delante, hacia atrás y a los costados. Un poco más allá, algunos amos de un GOLF ya viejito, por lo gastado de la pintura, conversan con el TOYOTA AVENSIS. Por el modelo grande y confortable se sabe que es padre de familia de regreso al hogar, y a poco se les ha unido un destartalado POLO y la vieja CITRÖEN que acompaña a la chica mencionada anteriormente. Más cerca de mí pero en la otra fila está una Van FORD con 3 merecidos y esforzados trabajadores que instalan cable de TV y que se turnan para hacer una ronda pequeña, echar un cigarrillo o ir al bosque, ya se sabe para qué... [...] Tras el FORD está un BERLINGO, bastante humilde por el tamaño y por el contenido: dos maduros alemanes con dos niños, no eran pedófilos, eran sus nietos de ley pero creo que ya estaban hasta las orejas de tanto bla bla bla... [...] El pedazo de más orgullo le seguía detrás: nada menos que un MERCEDES L 500 plateado con placa diplomática que merodeaba cerca del portento automovilístico con el moco bien alto y con ojo escogedor al momento de dirigirle al bienaventurado unas palabras desde su altura divina. Y para cerrar el círculo, el enorme IVECO de alguna compañía turística holandesa que contenía a casi 15 ó más holandeses... [...] Y el fuerte MACK danés que transportaba, créanlo o no, cerveza!!! Todo un container de bielas hasta el tope pero que serían intocadas...

III




[...] esta semana estará caliente, 6 grados en el día!! Y la nieve se irá derritiendo, yéndose por canales y en las ruedas de los coches harán un viaje a un lugar indeterminado, en las suelas de los transeúntes llegará hasta casa, hasta la entrada por supuesto y allí habitará por algunos momentos más hasta perderse en la memoria del mundo, pero vendrá otra vez, como yo talvez, vendrá para recordar que no es tan fácil deshacerse de ella, de mí.

II

Aprovechando el feriado alemán de la semana anterior estuve dando una vuelta por Dachau, cerca de Múnich. A muchos talvez no les diga nada Dachau pero resulta que aquí funcionó el primer campo de concentración alemán bajo el control de las SS y bajo la mismísima supervisión de Himmler. La cosa es que aquí colgaban, ejecutaban, cremaban y enviaban a trabajos forzados o a otros campos, especialmente Auschwitz, para que murieran en el camino o simplemente en las cámaras de gas. No saben lo que se siente entrar en las barracas, ya reconstruidas, ese ambiente de miedo y terror que circunda el campo, muy grande claro. Hay capillas de los cristianos, judíos y ortodoxos. Del total oficial de 200 mil prisioneros que pasaron o estuvieron en Dachau, murieron asesinados 31.951. Nadie sabe en realidad cuántos mismo pero parece que todavía andan las almas penando por ahí. En la TV pasaron una película alemana con mucho valor, valentía por parte de los productores del filme: se llama Tres dias en Abril y cuenta la historia de un tren cargado de prisioneros judíos que llega a un pueblo en la region rural de Schwaben (Suabia). Como está detenido por la eminente cercanía de los aliados, el personal del ferrocarril no sabe qué hacer al igual que el pueblo. Una chica se arma de valor y reúne comida, leche, fruta y agua para dárselas a los prisioneros. Al final acepta el ofical SS y deja que abran las puertas de los vagones por 10 minutos. La chica queda choqueada por lo que ve y huye sin dar la comida. Después de un día, nadie encuentra a los SS y tienen un problema entre manos: ¿qué hacer con el tren? El dilema es ese y no qué hacer con los prisioneros (a tal grado llegó el terror nazi al pueblo que no tenía idea, en su mayoría, de lo que se hacía con los prisioneros judíos, gitanos, políticos y rusos). Finalmente, empujan el tren hasta unos kilómetros fuera del perímetro del pueblo. Nadie sabe qué pasó con ellos. El pueblo existe hasta ahora. Pasemos a cosas más agradables.

I

Este número se ha perdido para siempre. Si alguien tiene, le pido que me lo envíe. Gracias.