No me esperen en abril, 1995.
Qué se puede decir al final de año, de 2015,
que no sean las palabras de un redescubierto, por mí en Lima, como el señor
Bryce Echenique?
Nada más que seguir su onda definitiva. Y esa
onda va por todo lo que debo a cada uno de vosotros, desde la impertinencia
tolerable hasta la estupidez, mía por supuesto, desencadenada por una marea
incomprensible y momentánea que no puedo definir ni establecer desde el sentido
más lógico, si fuese posible.
Gracias a todos por estar en ese preciso
momento, incalculable por cierto, de nitidez donde trato de definirme al tiempo
que propongo vuestra posición. Y eso que dice Alfredo, de “entender hasta lo
que uno no entiende” hace de vosotros, los que han acompañado esta vida por
periodo tan corto, definitivamente únicos.
Una cuestión final, mis disculpas a Paúl por
acción más tonta que nunca podría repetirse.
Súper 2016.
JC