INFORME
A LA ACADEMIA L
Dónde
andarán mi casa y su lugar
mi carro de jugar, mi calle de correr.
Cuánto
gané, cuánto perdí, (1986)
Para Alberto Esteban.
Pablo Milanés
Dónde andarán esas primeras mujeres que
conocí, que me arroparon. Dónde más que en mi corazón, en mi cerebro; no han
partido, se quedarán en mí hasta que yo vaya definitivamente. ¿Y las otras? Ahí
mismo, conmigo, siempre de compañía, llevándolas muy dentro de mí.
Pero la canción, que la escuché una sola vez a
mediados de los 80’s, refería a esa infancia, a esos camaradas de aventuras y
travesuras. Mi hermano, él, que me vio partir un día sin adiós, a quien le metí
un tiro por accidente, verlo ir al hospital con su novia. No. Qué días.
Parecería que se rompió todo lo nuestro. Nuestras correrías y desenfrenos de la
juventud. De todos modos, lo recuerdo, hoy, en este momento como ayer; como si
todavía a los catorce trepáramos por los andamios de la Basílica, nos
metiéramos por los techos y las torres. Dormimos un par de veces en la cripta.
Nos íbamos de juerga juvenil por los claustros y naves de iglesia, recorrimos
todo el centro buscando patios y columnas. Nos metimos en mil problemas, y de
todos ellos, lo saqué sin más fuerza que la de saber que era mi hermano.
Hago honor al Informe. Lo he escrito mucho antes, por cualquier cosa, por
cualquier situación que no pudiese prever; sin embargo, hay un albacea que, en
cualquier caso, definirá lo mejor que se pueda con estas notas, con todas
aquellas extensas o cortas notas que alberga la memoria de medio tera, con los
documentos que yacen donde el notario, con los bienes. Lo único que queda
después de la partida. Y eso mismo, eso que ocupa un espacio, un lugar y que
nadie quiere cargar con la responsabilidad de dividirlo para los demás. Lo que
queda, de verdad, no ocupa mucho espacio y en serio que no hay que romperse la
cabeza con vanas preguntas y divergencias estrambóticas para su reparto.
Como dijo Kafka en su momento, todo deberás
quemarlo, nada debe sobrevivir después de mi partida; lo he parafraseado, nada
tengo yo que llegue al nivel de Juan Pablo en cuestiones de reproducir un texto
fielmente.
Juan Carlos.