*Flash informativo - Flash informativo- Flash informativo
- Flash informativo - Flash informa*
“Si
estando en la carretera oyes un beep beep,
ten
la seguridad que NO se trata de míp,
y
si el fiero coyote (no coyote si no carretera congelada) te quiere comer,
pues
no le des chance güey…”
Pues no. Definitivamente no echaron nada porque, como me
enteré más tarde, les cogió de sorpresa y tan solo a las 8 de la mañana
empezaron con el arduo trabajito en Ulm y alrededores – incluida las carreteras
– pero ya el número de golpeados, caídos en combate, magullados, choques de un
auto contra otro, viejas con brazos rotos, etc. había aumentado gravemente
hasta aquella hora de aquella bendita mañana.
“Pon segunda en esta curva porque ya el coche patinó en
la anterior y bájale a la velocidad por si acaso... Aquí parece que está bien,
dale nomás, como si tienes llantas de invierno no pasa es nada ... Pero si voy
muy lento voy a atrasarme, mejor piso el acelerador y pongo la radio para sentirme bien chévere ... no mejor el CD nuevo
de Mad ... ?? ...!!! *&$#??’¿ ...”= Black
out total. (lo siento no encontré los símbolos de sapitos y culebras).
Dicen algunos esotéricos que cuando ya estás cerca de la
muerte, miras la luz al final del túnel, sientes una calidez que te envuelve
todito, una paz y una tranquilidad tan inmensas, etc. todo eso, chicos, es pura
mentira, clarito: pura mentira. Y otros que dicen que si la vida pasa como una
película (en mi caso sería más bien un largo, largometraje de docu-ficción; no
por los años tengo – como algunos piensan – sino por las muchísimas experiencias
que he vivido, buenas malas intensas dolorosas extrañas; y al fin y al cabo: “... la vida es sueño / y los sueños, sueños
son”. Lo que sí aseguro es que algo así como 21 gramos (si no comprenden
esto pues les recomiendo mirar la película del mismo título; muy buena) salen
de tu cuerpo, todo se vuelve silencio, ya ni se escucha a Madonna cantando Hung up, y te ves desde el exterior como
en cámara lenta – slow(ly) motion
para los entendidos – y todo adquiere un cierto matiz de sueño y realidad.
Traté de controlar el coche, casi lo logré, pero lo fatal
fue la frenada primera (como comprenderán, mi viejo y querido Opel Astra no
tiene Sistema ABS – si no saben que es esto, pregunten a los novios con coche o
en su defecto a las novias con coche o si mismo no, pregunten a un distribuidor
autorizado, giles) y todo empezó como en la montaña rusa pero de lado a lado y
no de arriba hacia abajo; los 150 km/h que llevaba fueron fatales (dicen los
técnicos que tan solo se necesita 50km/h para matarse en un choque frontal)
pero también pura adrenalina, de lado a lado, luego giros totales y para
finalizar la presentación 2 vueltitas de “Belén, campanas de Belén, que los
ángeles tocan, qué nuevas me traéis ...”. de verdad que el Astra no tenía
ruedas sino patines de cuchilla. Y lo mejor fue que a nadie le pasó nada, por
suerte nadie iba por la autopista en ese momento; pienso que lo más estúpido es
morirse en accidente de tránsito y peor si uno no tiene la culpa y viene un
infeliz que te choca o que quiere suicidarse y al final el muerto es otro y no
aquel cabrón.
Ya a un lado de la carretera, y con los pies, patines y
llantas bien firmes sobre la tierra, por suerte. Empecé a reírme de lo mejor y
con muchas ganas –ese fue mi post shock– y luego quería marcar el 911, jajá,
para llamar a ADAC que es lo compañía que se encarga en estos casos de recoger
los restos del coche y que por suerte
estoy asegurado con ellos. Como no funcionó el 911 llamé al servicio de mi
compañía de teléfono (Vodafone) para que me comunicaran; me conectaron con ADAC
y luego con la policía y la cruz roja. Un tiempo más tarde, “vi las luces que a
lo lejos van marcando mi camino” o por lo menos que marcaron el tremendo
derrape. Llegaron juntitos los miserables y las preguntas de siempre que me
evitaron los buenos paramédicos y me embarcaron en la ambulancia (hacía años,
desde Yugoslavia, que no me subía a uno esos y peor en estado horizontal
iluminado con linternita y cablecitos en mi pechito y toda la vaina esa que se
ven en las series de TV.
Ya en el hospital me pidieron los datos, la tarjeta del
seguro médico, me llevaron a un consultorio de emergencias y ahí esperé hasta
que el bueno del doctor venga, me revise y de la orden para las tomografías, ni
siquiera solo radiografías, y dos veces entré en esa mañana gris en esa como
cápsula criogénica para “un chequeo exhaustivo” del paciente número ??????-? y
me condujeron finalmente a una habitación con 3 camitas calentitas, me acosté,
me cubrieron, me taladraron el dorso de la mano con esa maldita aguja para
colocar 2 ó más sondas a la vez y me dieron 2 pastillitas tranquilizantes y
dormí hasta la madrugada; por supuesto que llamé antes de despedirme del mundo
y sus horrores mercantiles de estas fechas tan cristianas al trabajo para decir
que estaba en el hospital y que no me esperen hasta nueva orden médica.
Y parece que no es todavía época de fuertes accidentes ya
que estaba en la sala de cuidados intensivos pero en el ala de observación (tan
solo 2 corredores me separaron de los que estarían en coma, enfermos
terminales, etc.) y por suerte las 2 restantes camas permanecieron vacías hasta
que salí de allí. Lo gracioso fue que había una chica recién graduada del
colegio que hacía su año de servicio social civil (las mujeres no deben hacer
el servicio militar pero si lo desean pueden hacerlo desde este año –es un
voluntariado y no ganan más que 100 euros por mes para transporte, la
alimentación les dan ahí mismo–; pero cuando están de servicio trabajan hasta
12 horas por día, 5 días a la semana; duro). Bueno, se llamaba o se llama Tanja
(recuerden que la “j” en Tedesco suena como “y” en Spanish) y tenía justo esa
semana el turno de la noche hasta el domingo; así que me acompañaba las más
horas y hablaba sin parar hasta que yo le interrumpía. La primera pregunta fue
si no quieres que llame a alguien para avisarle que estás aquí, a lo cual
respondí que ya había llamado al trabajo por la mañana y que así estaba bien y
no tenía apuro para que alguien me viniese a visitar. Pero insistió y me quiso
prestar el celular, a lo cual iba a responder, en mi mejor performance, qué parte de “no tengo o no quiero llamar a nadie no
entendiste? o quieres que te dibuje?” pero me contuve porque me dio la
impresión que lo hacía por buena. Después me contaba desde cuando está en ese
hospital, que las viejas enfermeras le aburren (y claro: de qué pueden hablar
una jovencita con un grupo de viejas gruñonas que hacen su trabajo y solo
quieren terminar su turno y salir a casa? Nada en común). Solo me llamó mi
mejor estudiante que se llama Vito y un poco cabreado porque no llegué a clases
ese viernes, le dije que no pude y me disculpe. Yo sé que él pasó muy malas
experiencia en los hospitales; me contó que cuando él huyó con su padre de
Polonia y llegaron a Alemania, tuvo que esperar 3 años para ver a su madre y
hermano que se quedaron allá; con los meses, Vito se fue al internado para
continuar su escuela y el papá se quedó en otra ciudad por el trabajo, conoció
a otra mujer y vivían juntos. Cuando llegó la madre se encontró que la familia
estaba dispersa, el marido tenía otra, y solo le quedó chupar y chupar porque
ella odiaba a los alemanes por toda la historia de la segunda guerra y porque
otra vez Alemania le robaba a sus seres queridos y se murió, ya alcohólica, en un
hospital por épocas navideñas para joderla más; entonces comprendo porque Vito
no tiene ningún contacto con su padre y hermano y odia la Navidad.
Y sigue Tanja: me hizo compañía y cuando murió, me
refiero a la batería del celular, me dijo que lo iba a recargar pero le pedí
que no, que así estaba bien, y me trajo un librote para leer donde un enemigo
de nosotros, o sea de mis “nosotros” narra la historia de 2 ángeles que caen
del cielo y no sé qué otras cosas porque no leí todo, y con esto y lo otro el
“Tiempo perdido” que estoy, ahora sí, perdiendo no se deja leer y no creo que
termine en este año, mierda. Bueno, bueno, no tengo nada, talvez les interesa
saber o talvez no, da igual, sigo escribiendo los informes o quizás se generan
automáticamente y periódicamente y yo ya no existo. Sí no tengo nada, nada de
nada excepto golpecitos y morados por algunos lugares y un par magulladuras en
la ceja y en el pómulo que ya sanarán sin mayor cuidado pero con paciencia.
Yo tenía otra idea para el Informe pero está también creo
que es graciosa; finalmente un buen año para todos, cuídense mucho, no manejen
muy rápido y pasen muy bien en las fiestas, por lo menos en Quito acaba una y
empieza otra, y concreten sus proyectos para el futuro.
Un saludo y felicitación pública, primero a Paúl por su
graduación, y al otro Negro por el lanzamiento del C que ya era hora y ojalá venda muchos ejemplares para que
reúna dinero y le soborne a Julio Pazos y le deje graduar.
Gran final: para el próximo número viene un concurso con
premio en metálico que será enviado por Western Union al ganador, alistarse y a
ver si le entran, es un poco complicado pero con ayuda de la Internet todo se
puede, casi todo.
Un beso, un abrazo,
Juan Carlos.
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