¿Qué se hicieron mis gritos
al morder el muro?
¿Qué mis luces perdidas?
—tatuajes de la noche verde
en la tiniebla que galopa—
Cohetes ebrios de mil años.
¿En dónde estoy que ya no estoy en mí mismo?
Tatuaje, Gonzalo Escudero
al morder el muro?
¿Qué mis luces perdidas?
—tatuajes de la noche verde
en la tiniebla que galopa—
Cohetes ebrios de mil años.
¿En dónde estoy que ya no estoy en mí mismo?
Tatuaje, Gonzalo Escudero
Estábamos en el hotel, teníamos el plan bastante avanzado; de un momento a otro, salió, luego llamó, me esperaba en un bar. Bebimos una botella de Daniels, yo había metido unos Martinis y tres cervezas entre vaso y vaso. Estábamos ebrios. Cuando salimos me preguntó si tenía alguna seña particular, le dije que no. Caminamos algunas calles; se plantó como un árbol, movido por un fuerte viento, y entre que sentenció y preguntó:
—¿Y cuando te revienten la cara de un balazo, cómo demonios podré reconocerte?—
—No sé —.
—¿Placas dentales, DNA?—
—Eso se ve solo en la TV... hazte un tatuaje—.
—¿Cuál?—
—Algo que te agrade. Vamos, conozco un lugar limpio—.
—¿Y cuando te revienten la cara de un balazo, cómo demonios podré reconocerte?—
—No sé —.
—¿Placas dentales, DNA?—
—Eso se ve solo en la TV... hazte un tatuaje—.
—¿Cuál?—
—Algo que te agrade. Vamos, conozco un lugar limpio—.
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