Con esa hoja —de filo acero—– que arma tu brazo
has traspasado mis murallas.
Con la espada refulgente de un Arcángel,
entras en mi citadella y la destruyes.
Con la fortaleza del metal
quieres penetrar mis almenas;
con un movimiento final,
tratarás de hundir hasta el puño, la hoja en mi coraza.
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