En casa de Santiago, Paúl aporreaba la garganta desde no sé cuándo con ese tribillo cansino que dejaba en el aire ciertas cosas, más de acá; sin embargo, yo recordaba cosas, otras, nostálgicas posiblemente.
La primera que vino —y como en retrospectiva— fue aquella, en casa de Pablito y junto a Javier vimos, los tres (cosa bastante graciosa por cierto), la final de la Copa Libertadores en Río. Nos abrazamos, fue interesante; uno de Liga, otro del Quito y el infaltable del Barcelona.
La otra que llegó, con el paso del tribillo y la memoria que buscaba en los rincones, fue esa época de los ’70, cuando ya estaba grandecito para ir al estadio, con mi hermano. Yo recuerdo esos campeonatos, los jugadores que tenían algunos equipos (más de los de la capital), los grandes partidos que se hacían con los europeos —ahí vería al BSC Hertha Berlin, al Grasshopper, otros de la Europa Oriental— y de Sudamérica. Recuerdo también a ese gran jugador, el mejor diría, de la Liga: Polo Carrera. Recuerdo la “U” roja en el corazón (solamente queda la canción hoy), y a otros grandes que acompañan al Polo en esta fotito: Chapulín Quiroga, De Carlos, Soussman, Carita Gómez, Pulpo Scalisse y el Negro Tapia.
Y ahora, —comentando y al mismo tiempo exponiendo mis recuerdos con los de Xavi— viene lo más cercano, casi el inicio mismo del pibe que pateaba en el potrero. Iba al Colegio Mejía (mítico) los domingos, jugaba con los cuidadores del club de tenis, venían algunos más y casi para armar el equipo, dirigir el picadito, caía con sus hijos el Dr. Bolívar León, fundador de la Liga. Me llamaba Carita Gómez, porque el jugador también se llamaba “juancarlos”. Más tarde iría a otros potreros, jugaría más rudo, por guita, a la mala, escupiría…
Cuando voy al estadio, cualquiera y de vez en cuando, para ver a Liga, nunca luzco la camiseta del equipo, no soy fanático; voy de azul (será cábala, quién sabe) y me vale lo que digan los demás, sean de Liga o del otro equipo, voy a mirar el fútbol, al equipo, a ver si emergen los recuerdos.
Yo pienso que eso está dentro y no hay una explicación. Que alguien te joda porque tu equipo no es campeón desde hace fuuuú (interjección Quitense que denota, digamos por ejemplo, mucho tiempo ó 40 años, si quieren) no significa nada; si es el último campeón de América, tampoco. Importante es lo que se conecta con ese objeto, una camiseta, un gol, un nombre, un lugar. Si para Xavi es el Quito su punto de intro/extro bien; para mí, posiblemente, sea la memoria del lugar que se imbrica con el objeto y se hace uno, como yo.
La primera que vino —y como en retrospectiva— fue aquella, en casa de Pablito y junto a Javier vimos, los tres (cosa bastante graciosa por cierto), la final de la Copa Libertadores en Río. Nos abrazamos, fue interesante; uno de Liga, otro del Quito y el infaltable del Barcelona.
La otra que llegó, con el paso del tribillo y la memoria que buscaba en los rincones, fue esa época de los ’70, cuando ya estaba grandecito para ir al estadio, con mi hermano. Yo recuerdo esos campeonatos, los jugadores que tenían algunos equipos (más de los de la capital), los grandes partidos que se hacían con los europeos —ahí vería al BSC Hertha Berlin, al Grasshopper, otros de la Europa Oriental— y de Sudamérica. Recuerdo también a ese gran jugador, el mejor diría, de la Liga: Polo Carrera. Recuerdo la “U” roja en el corazón (solamente queda la canción hoy), y a otros grandes que acompañan al Polo en esta fotito: Chapulín Quiroga, De Carlos, Soussman, Carita Gómez, Pulpo Scalisse y el Negro Tapia.
Y ahora, —comentando y al mismo tiempo exponiendo mis recuerdos con los de Xavi— viene lo más cercano, casi el inicio mismo del pibe que pateaba en el potrero. Iba al Colegio Mejía (mítico) los domingos, jugaba con los cuidadores del club de tenis, venían algunos más y casi para armar el equipo, dirigir el picadito, caía con sus hijos el Dr. Bolívar León, fundador de la Liga. Me llamaba Carita Gómez, porque el jugador también se llamaba “juancarlos”. Más tarde iría a otros potreros, jugaría más rudo, por guita, a la mala, escupiría…
Cuando voy al estadio, cualquiera y de vez en cuando, para ver a Liga, nunca luzco la camiseta del equipo, no soy fanático; voy de azul (será cábala, quién sabe) y me vale lo que digan los demás, sean de Liga o del otro equipo, voy a mirar el fútbol, al equipo, a ver si emergen los recuerdos.
Yo pienso que eso está dentro y no hay una explicación. Que alguien te joda porque tu equipo no es campeón desde hace fuuuú (interjección Quitense que denota, digamos por ejemplo, mucho tiempo ó 40 años, si quieren) no significa nada; si es el último campeón de América, tampoco. Importante es lo que se conecta con ese objeto, una camiseta, un gol, un nombre, un lugar. Si para Xavi es el Quito su punto de intro/extro bien; para mí, posiblemente, sea la memoria del lugar que se imbrica con el objeto y se hace uno, como yo.